RAMÓN LLULL Y UNA LEYENDA.

El gran sabio español de la Edad Media y su fantástica leyenda. “El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido”.

Si se midiese a los hombres por sus palabras poco más habría que contar del sabio español de la Edad Media.

Pero es que este hombre tuvo tiempo para todo. Se fue de peregrinación a pie a Santiago de Compostela, después a Tierra Santa (1265), en 1276 fundó el monasterio de Miramar en Mallorca donde se enseñaba el árabe a los misioneros, así como la manera de convencer a los musulmanes. Viajó por varios países de Europa (Alemania, Francia, Italia, etc.) y del norte de África y Oriente Próximo (Argelia, Ceuta, Túnez, Jerusalén, Egipto, etc.). Visitó filósofos, papas y reyes, y explicó sus pensamientos en la universidad de París. 

En 1287 viajó a Roma para iniciar una reforma en la Iglesia, pero no tuvo éxito. En 1299, el rey de Aragón Jaime I lo autorizó a que predicase en las mezquitas y sinagogas de su reino. En 1311 asistió al Concilio de Viena, donde le rechazaron la propuesta de una nueva cruzada, pero aceptaron su propuesta de crear colegios para la enseñanza del hebreo, árabe y las lenguas orientales.

En Túnez fue condenado a muerte y posteriormente exiliado, en Bugia en el 1306 fue encarcelado y flagelado, pero con la ayuda da Federico II de Sicilia, en 1315 volvió de nuevo a África.

Escribió más de doscientos cincuenta libros de filosofía (Ars magna), de ciencia (Arbre de sciència, Tractat d'astronomia), de educación (Blanquerna, que incluye el Llibre de Amic e Amat), de mística (Llibre de contemplació), de gramática (Retòrica nova), novelas (Llibre de meravelles, que incluye el Llibre de les bèsties), etc.

Murió en el año 1325 volviendo de un viaje a Túnez. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Sant Francesc en Mallorca. Parece ser que murió plácidamente en el barco de vuelta a Mallorca, no asesinado por moriscos como cuenta una leyenda, razón por la que no pasó de beato y ha sido el eterno candidato a “santo”. 

SU LEYENDA

Hijo de Ramón Llull y de Isabel de Erill, nació en el año 1232 en la ciudad de Mallorca. Fue paje de Jaume el Conquistador cuando tenía catorce años y también fue preceptor del príncipe Jaume, futuro rey de Mallorca. En 1257 se casó con Blanca de Picany y tuvo dos hijos, Domènec y Magdalena. Hay una obra dedicada a su hijo sobre el difícil arte de “hacerse mayor” que es una lección para padres es hijos.

La versión oficial es que cuando tenía treinta años tuvo cuatro apariciones, abandonó a la familia y a partir de aquí su vida cambió radicalmente. La leyenda cuenta que estando casado se enamoró de una joven bellísima. Hasta tal punto perdió la cabeza por ella que llegó a entrar a caballo en una iglesia para deslumbrarla. Su insistencia llegó a ser agobiante para la familia de la joven que estuvo a punto de solucionar el incidente con las armas, pero la joven le hizo llamar a través de su “dueña”. Ya en su presencia le agradeció su amor pero le dijo que una razón muy poderosa la impedía seguir adelante, antes de que Ramón pudiese hablar, la joven se descubrió el torso y le mostró su pecho con bultos de cáncer. La joven murió en cuestión de días y Ramón lo dejó todo, hasta tal punto, y ahora dejamos la leyenda, que su esposa tuvo que solicitar judicialmente que le quitasen la custodia de su patrimonio, a lo que el juez accedió.

Blanca acusó a su esposo Ramón de abandono de la administración del patrimonio familiar a causa de su vida eremítica. En sentencia del 13 de marzo de 1276, es atendida su queja y viene nombrado un procurador de los bienes familiares. Es el mismo año en que el Papa Juan XXI, accediendo a la súplica del infante Jaume de Mallorca, confirma la fundación del monasterio de Miramar. 

A partir de aquí entiende que ha sido elegido para convertir a los musulmanes al cristianismo. Como no recibe ayuda para aprender el árabe, pide dinero a su esposa para comprar un esclavo musulmán, cuya única misión fue enseñarle el idioma. Una vez que aprendido discutió con él sobre teología y ante la convicción del esclavo y alguna posible blasfemia, le mató en un ataque de ira. El remordimiento por este asesinato le llevó a decir “quien no ama, no vive.”