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EL ROL DE PADRE TRADICIONAL ES
MUY INGRATO
Para el hombre actual es una suerte
poder disfrutar de los niños.
"Quieren una relación nueva
con sus hijos, basada en el afecto, la cercanía. Quieren cuidarlos
porque es la forma de crear una verdadera relación", afirma Constanza
Tobío, catedrática de Sociología en la Universidad
Carlos III de Madrid y coautora del estudio El cuidado de las personas.
Un reto para el siglo XXI.
Y es que "el papel del padre tradicional
era muy ingrato: proveer el sustento y castigar", recuerda Tobío.
De hecho, "muchos abuelos actuales, que como padres respondieron a ese
modelo, cuidan ahora gustosamente de sus nietos, es una especie de segunda
oportunidad para disfrutar de una parte de la vida que se habían
perdido", dice.
Muchas veces, esta ausencia paternal
en la anterior generación, que se daba por normal, es un acicate,
a veces inconsciente, para que los padres de ahora se impliquen más.
"Lo mismo soy así con los niños porque yo no lo he tenido
y lo he echado en falta", reflexiona Martín. "Mi padre no ha estado
conmigo lo que yo con mi hijo ni de lejos. Casi ni lo veía", compara
por su parte José López, piloto de 43 años, con un
hijo, Guillermo, de cinco. "No me parece bien el rol de antes de los padres,
trabajar, volver a casa y poner orden", opina.
Cada vez hay más presiones
en contra del modelo tradicional; la principal viene de las mujeres, que
"quieren que las responsabilidades familiares se compartan", dice Alberdi.
"Y las más atractivas para los hombres son las del cuidado de los
niños". El modelo de incorporación de la mujer española
al trabajo, a tiempo completo, empuja a que este cambio se produzca más
rápidamente. Si cada vez más hombres lo desean y más
mujeres lo demandan, ¿cuál es el problema? Los padres chocan
aquí con un mundo laboral donde "si ya se acepta a regañadientes
que una mujer se tome permisos para cuidar a los hijos, peor se acepta
en el caso de los padres", afirma Tobío.
Un estudio reciente del Boston College,
The new dad (El nuevo papá), pone de relieve que el padre moderno
vive con estrés una contradicción: en el trabajo, choca con
una cultura empresarial hostil al hombre que quiere más flexibilidad
para atender a su familia. Y en casa, siente que la mujer no reconoce lo
suficiente su implicación. "Los momentos de transición son
difíciles", admite Tobío. "Es una contradicción paralela
a la que vive la mujer, que en el trabajo se siente culpable por dejar
a los hijos, y en casa por dejar las responsabilidades laborales".
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