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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY Y CONSUELO SUNCÍN, LA ROSA DEL PRINCIPITO.

“El amor es lo único que crece cuando se reparte”.
 




EL

Antoine de Saint-Exupéry  (Lyon, 29 de junio de 1900 – Mar Mediterráneo, cerca de la costa de Marsella, 31 de julio de 1944) fue un escritor y aviador francés, autor de “El principito”.

Su padre murió en 1904, por lo que vivió su infancia arropado por su madre, la mujer que más influyó en su vida, y sus cuatro hermanas, además de su hermano François, fallecido prematuramente en 1917.

En abril de 1921, se incorpora al 2º Regimiento de Aviación de Estrasburgo, primero como mecánico, para obtener su licencia de piloto, primero militar y luego civil. De ahí hasta su muerte al ser abatido por un caza alemán durante la Segunda Guerra Mundial, recibió todas las condecoraciones que puede dar un país a un héroe en vida. Pero es que además, su héroe, el aviador era un escritor aclamado que dejaba sus éxitos editoriales a un lado para subirse en un avión y buscar sentido a la existencia y, de paso, una explicación a una rosa inexplicable, Consuelo, su mujer.

EL PRIMER AMOR, LOUISE.

Su vida cambia en 1923, cuando se compromete con Louise de Vilmain, cuya familia le exige que deje de pilotar. Antoine estaba muy enamorado y lo intentó. Trabajó como comercial para una marca de camiones, pero sólo vendió uno. Así que el volvió a sus aviones y pasó lo inevitable, un nuevo accidente. Esta vez más grave que los usuales, con fractura de cráneo. 

Así que Louise rompió el compromiso de boda al enterarse y desapareció, presintiendo los riegos a los que se enfrentaba un aviador de la época. Louise se casaría después con André Malraux, escritor y ministro de Cultura francés con De Gaulle.

En 1927 Saint-Exupéry  fue nombrado jefe del puesto de Cabo Juby (Tarfaya, en la costa del Sahara occidental), encargado de custodiar la pista al tiempo que protegía a los pilotos de las tribus nómadas, Saint Exupéry dirá después que su estancia en el desierto fue una de las más felices de su vida.

Desde África, y tras una breve estancia en Francia, se traslada a Argentina, donde participó en la extensión del correo aéreo por Sudamérica.

En 1930 ya era un héroe y recibió la Legión de Honor por su labor en la aeronáutica civil. Entonces conoce a la salvadoreña Consuelo Suncín, con la que se casa al año siguiente. 

ELLA

Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña (Armenia, Sonsonate, El Salvador, 10 de abril de 1901 - Grasse, Francia, 28 de mayo de 1979) fue escritora y artista.

Llegó a San Francisco con diecinueve años y una beca para estudiar inglés. Allí conoció al que sería su primer marido, Ricardo Cárdenas, un oficial de la Armada mejicana con el que se casó nada más cumplir la mayoría de edad. Cárdenas murió a los pocos meses en un accidente de ferrocarril.

Viuda y con veintidós años se fue a Méjico, donde inició estudios de Derecho, aunque los abandonó pronto cambiándolos por los de periodismo. Desde allí se fue a París. Durante su estancia en Francia, Consuelo contrajo de nuevo matrimonio con Enrique Gómez Carrillo, diplomático guatemalteco, escritor y periodista. A los once meses de la boda, el marido sufrió un derrame cerebral y se volvió a quedar viuda. Tenía veintiséis años y había enviudado dos veces. 

Ya dueña de una gran fortuna deja París y se instala en Buenos Aires. Y es allí cuando a los treinta años es presentada por un amigo, Benjamin Crémieux, a Antoine de Saint-Exupéry, con quien se casa un año después. El matrimonio pronto hizo aguas, pero ambos eran católicos y no quisieron divorciarse, aunque hubo una separación de hecho y un océano de por medio. 

Los problemas empiezan cuando ella le pide que deje la aviación. Pero él es un aventurero y no puede. A pesar de la edad asume mayores riesgos, como aceptar con treinta años ser piloto de pruebas de Air France, volar hidroaviones o apuntarse en 1938 al raid París - Saigón a bordo del avión que compró, el Caudron Simoun F-Anry, y que le dejó arruinado.

Apenas 4 horas después de despegar chocó contra la cumbre de una meseta en el desierto de Libia. A él y al resto de la tripulación les dieron por desaparecidos. Una semana más tarde les rescataron. Antoine, en su papel de héroe nacional y escritor grabó para la radio "Aterrizaje forzoso en el desierto", y relató el incidente en el libro "Tierra de Hombres" que escribió en Nueva York, donde se autoexilió tras la ocupación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta obra le da fama mundial y le recupera de la quiebra. Decía en el prólogo “La tierra nos enseña más sobre nosotros mismos que todos los libros. Porque nos opone resistencia. El hombre se descubre a sí mismo cuando se mide con el obstáculo”.

LOS HIJOS QUE NO VIMOS CRECER.

Siempre hubo admiradoras del héroe escritor. Consuelo asumía la vida bohemia de su marido escritor y sabía de sus numerosas amantes. Su infidelidad y dudas acerca del matrimonio son simbolizadas por el campo de flores que se encuentra el principito al llegar al planeta Tierra. El zorro le dice que su rosa es especial, porque es a ella a la que realmente quiere. Años atrás Antoine había domesticado a un zorro en África.

Tras unos años de separación de hecho se reencuentran en París y van cenar a la casa de Antoine, un pisito lleno de fotos de ella. Consuelo le preguntó porqué las conservaba. Él contestó “Porque rosa sólo hay una”.

Pero en el fondo había un reproche, una decepción, un deseo negado. Consuelo Suncín confiesa en su autobiografía que ella no quería tener hijos y que Antoine era lo que más deseaba. Una vez la escribió en una carta desde Citadelle que “Amar no es mirarnos uno al otro sino mirar juntos en la misma dirección”.

En cierta ocasión, al ver a un niño dormido entre sus padres agotados, Saint-Exupéry escribió: “¡Oh, qué rostro más adorable! Había nacido de aquella pareja una especie de fruto dorado. Había nacido de aquella pesada yunta este milagro de encanto y de gracia. Me incliné sobre su frente lisa, sobre el suave mohín de sus labios, y me dije: he aquí un rostro de músico, he aquí a Mozart niño, he aquí una hermosa promesa de la vida”.

Después de la desaparición de Antoine en 1944, Consuelo escribió su vida junto a él en un manuscrito en francés titulado “Mémoires de la rose”. Estas memorias nunca fueron publicadas en el curso de su vida, pero salieron a la luz en 1999. La relación se recoge por Bruno Ganz y Miranda Richardson en la película Saint-Ex (1996) dirigida por Anand Tucker.

La vida de Antoine de Saint-Exupéry se resume en uno de sus pensamientos: “El amor es lo único que crece cuando se reparte”.

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