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SER PADRES.

COMO LOS SIMPSONS DETERMINAN NUESTRA VIDA.
 
Disfrutábamos del sol, de la playa, jugábamos con los niños al tenis, nos bañábamos en el mar, en fin, habían empezado las vacaciones deseadas para olvidarse de la vida cotidiana. 

Estaba a punto de dormirme al sol cuando de repente entre los miembros de mi familia estalló una especie de pánico, recogieron todo y al pleno sol de la una y media de la tarde se vistieron. A mi pregunta inocente de porqué nos teníamos que ir tan pronto, me dijeron: A las dos empiezan los Simpsons. 

Incrédulo ante la situación quería convencerles de quedarnos en la playa, con aquel tiempo … pero no hubo manera. 

A las dos en punto los niños encendieron la tele y la vieron durante una hora. Y así todos los días. 

Mis intentos pedagógicos de cambiar su opinión cosecharon gritos, lágrimas y la mirada triste e incomprensiva de mi mujer habituada a esta dictadura “Simpsons” durante todo el año. Y así todos los días, durante 4 semanas.

En la mesa, cuando trataba de corregir a mi hijo para que quitase los codos de la mesa, me dijo: «En Estados Unidos es de buena educación poner los codos en la mesa. Dice Bart Simpson.»

A partir de este momento sabía que a mi hijo le estaban educando los Simpsons, porque ellos hablaban por lo menos una hora entera al día con ellos.

Cuando nosotros queríamos conversar en la mesa, los niños nos mandaban a callar o ponían la tele tan fuerte que era imposible mantener una conversación. Así que preferíamos esperar hasta las tres, hasta que los dibujos hubieron acabado, para comer solos y en tranquilidad, y claro, con las noticias. 

Nos dimos cuenta de que nuestra vida dependía del horario de la tele. Algo que no puede ser, así que prohibí la tele durante las comidas.

Mis niños me odiaban, mi mujer estaba al borde de un ataque de nervios por los gritos. 

Pero por lo menos, durante unos pocos días tuve la impresión de que empezábamos una vida normal, con la comida juntos, con conversaciones, con más juegos y menos siesta.
 
 
 

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