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SER PADRE.

MI HIJO ME PEGA

Un lector cuenta su caso que es el único tipo de delincuencia más alto en clases sociales altas y con elevado nivel educativo.

Para situarles en la importancia del asunto en la Comunidad Valenciana, desde donde les escribo, las denuncias de padres que son víctimas de agresiones por parte de sus hijos menores han aumentado espectacularmente en la Fiscalía de Valencia: de 18 en 2001 a 323 en 2005. La Fiscalía de Menores de Valencia registró más de 10.000 en 2005. Esas denuncias responden a la comisión real de unos 30.000 delitos, de los cuales una cuarta parte son lesiones. 

Al igual que en la violencia de genero, ha habido un proceso análogo al de las agresiones sexuales y la violencia sobre la mujer. La gente no denunciaba por vergüenza. Es muy duro tener que denunciar a un hijo, hay una sensación de frustración, de fracaso como padres...", pero las cifras hablan por si solas. La progresión de las denuncias ha sido de: 18 en 2001; 117 en 2002; 159 en 2003; 289 en 2004; y 323 en 2005. Destaca la progresión de casos en los que los menores que agreden a sus padres tienen menos de 14 años: en 2001 fueron seis casos; en 2005 fueron 37. 

Según la fiscalía, ese tipo de maltrato se da en familias de nivel económico y cultural preferentemente alto, frente al resto de delitos, y que frente a esas situaciones hay soluciones extrajudiciales que funcionan, al tiempo que la ley permite otras leves que favorecen la intervención. 

Por ejemplo, nos recomiendan "una medida de libertad vigilada, con el compromiso de someterse a tratamiento psiquiátrico”, algo que en opinión de la fiscalía funciona porque el menor se enfrenta al juez y acepta acudir al siquiatra.

Después de varias visitas al siquiatra, este nos dice que la agresividad de los menores es una respuesta a cualquier contrariedad como un reflejo de la falta de límites en la educación. 

Es decir, que como no le pusimos limites cuando era un niño, ahora estamos pagando los atrasos. 

El niño tiene 12 años, empezó rompiendo objetos cada vez que le contrariábamos y ahora nos pega directamente. En su mente él es el rey y no puede tolerar que le digamos que tiene que acostarse antes de las 11 de la noche.
 

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