EL VIAJERO. Geografía
íntima. |
VIAJE A LA INVOLUCIÓN.
Luciérnagas, medusas, gallinas
y murallas.
La involución es un proceso
de detención y retroceso de un proceso evolutivo. Involución
es una "volute" en latín o movimiento hacia dentro y evolución
es un movimiento hacia fuera. Involvo, involvere, involvi, involutum, evoluciona
hacia envolver, “in” seguido de volvo, volvere, volutum, girar, rodar,
dar vueltas. Envolver e involución. Es decir que con este último
término nos referimos a la acción de envolver, de refugiarse
u ocultarse dando vueltas sobre uno mismo, o más exactamente en
dirección hacia dentro (in). Así en latín involvere
significa “hacer caer rodando”.
Un ejemplo sería la involución
de la crisálida que se envuelve, que se encierra. Pero la historia
va de medusas que vuelven a un pasado que las mejora porque han perdido
el miedo y ya no necesitan protegerse.
Empieza el viaje.
Uno de los viajeros dijo que no
buscaba las diferencias, que eso le parecía exotismo, que buscaba
lo que nos une, la esencia del ser. No pareció muy apropiado para
aquellos viajeros que buscaban las diferencias, lo anecdótico, aunque
a lo mejor no sabían lo que buscaban. ¿Quién lo sabe?.
Cuando llegaron a la inmensa muralla,
que se ve desde el espacio, ella dijo que así sería la barrera
que les separaría. ¿En qué parte de la muralla quedaría
cada uno?. ¿En la que quedaba abierta al mundo exterior o en la
parte que quedaba olvidada en un mundo aislado, inexistente?.
El viajero veía la muralla
como la barrera que pudiese protegerles, ella la veía como la defensa
que les separase para protegerles al uno del otro.
No dio mucho tiempo para discutir
porque llegaban tarde a una comida en territorio gingseng, esas plantas
del género Panax, en latín, panacea. Uno de los platos eran
unas inmensas ranas rellenas de gingseng. El anfitrión estaba orgulloso
de cada plato y les explicaba con detenimiento la receta y sus propiedades.
Así llegaron a la receta
de la gallina calva. Esta receta se relaciona con una antigua leyenda china.
Una jovencita estaba casada con un octogenario, así que acudió
al médico del pueblo para que le diese algún remedio. El
médico le recetó esta sopa y tuvo tanto éxito con
el marido octogenario que tuvo que acabar tirándola al patio, donde
tenía las gallinas. A la mañana siguiente todas las gallinas
aparecieron calvas, y es que ya se sabe que en algunas ocasiones el gallo
pica la cabeza de la gallina.
Siguieron por las islas del sur.
Viajaron a los templos construidos con piedra volcánica, subieron
a las estupas y admiraron los diferentes budas. Llegaron a una isla donde
la naturaleza se había quedado dormida. Se encontraron con unas
iguanas gigantes que llaman dragones. La mordedura de este animal hace
que la víctima se desangre porque transmite un veneno anticoagulante.
Y es que las heridas de ciertos dragones no cicatrizan nunca …
Luego llegó la involución,
buceando en Kakaban. La isla tiene unos acantilados y en el interior un
lago salobre enorme que quedó asilado del mar, por eso Kakaban significa
“abraza”, pues la isla abraza el lago del agua de mar circundante. Está
lleno de medusas que han tenido un proceso de involución, se las
puede tocar y no pican, ¿para qué si no tienen de qué
defenderse?. Esta era la parte de la muralla que buscaba el viajero, que
no dejaba de tocar a las pacientes medusas.
Pero el viaje siguió hasta
el Parque Nacional de Tanjung Puting en Borneo. Al llegar la noche, el
lago se cubre de luciérnagas que lo hacen resplandecer. ¡Parece
la Gran Vía!, dijo uno de los viajeros. Lo mismo sucedía
con las palmeras, que al estar completamente cubiertas de luciérnagas
parecían árboles de navidad.
El viajero miraba las luces del
lago y miró al cielo, un cielo repleto de estrellas que no tenía
murallas.
A partir de aquí se separaron.
Las murallas.
El viajero todavía siguió
a la Micronesia para pasar unas semanas en un poblado en el que seguían
encendiendo el fuego con dos piedras. La experiencia fue similar a otra
antigua en las selvas de Camboya. Cuando se despidieron del viajero cantaron,
lloraron y le regalaron lo poco que tenían, pollos …
El viajero pasó la última
noche de su largo viaje mirando a las estrellas, las que nos recuerdan
que es imposible poner murallas, que la luz las derrumba todas, que lo
importante es lo que nos une, la esencia del ser, y es que las luciérnagas
no entienden de murallas.
(Ver
video)
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