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Muchas historias para decirte
que yo te quiero más.
> Un hombre sólo es realmente un hombre cuando lo da todo por una mujer.
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MIENTRAS QUE UNOS VIVEN, OTROS LEEMOS LAS VIDAS DE LOS QUE VIVEN. No todo el mundo tiene el coraje de dejarlo todo e iniciar una aventura. Nos ha llamado mucho una historia recogida por el periódico el Correo que cuenta la aventura de Eneko Etxebarrieta y la brasileño-japonesa Miyuki Okabe. Eneko Etxebarrieta dejó Vitoria en 1999 y se puso a pedalear en solitario. Quería descubrir mundo y llegar en bicicleta a Estambul. Por el camino, se cayó, le robaron la bicicleta, aguantó temperaturas inferiores a los 15 grados e incluso durmió bajo una alcantarilla, pero se levantó y «aprendí» que, ante la adversidad, el ser humano se crece hasta extremos insospechables. Y, sin saber cómo, acabó en Brasil. La aventura que debía durar cuatro meses se prolongó cuatro años, tras recorrer 35 países y 46.000 kilómetros. En Brasil se ganaba la vida mostrando las fotografías que realizaba de los pueblos por los que pasaba. A una de estas proyecciones audiovisuales asistió una ingeniera de telecomunicaciones de origen japonés. Trabajaba en una multinacional. Su nombre, Miyuki. Tan impresionada salió de la muestra que, al día siguiente, quedó a tomar algo con su autor. A los tres horas, ya eran pareja y cuatro después, cogían un vuelo con destino a Foronda. En contra de la opinión de sus padres, Miyuki dejó su interesante trabajo y acomodada vida. «Fue un flechazo rápido. Me enamoré de Eneko. Me gustó su forma de pensar y me sentía muy a gusto con él». Lo más difícil para la muchacha fue superar los recelos de sus padres. Eneko confesó que a sus suegros se les hizo cuesta arriba pensar que su hija dejaría su vida por un tipo «que sólo le prometía» una vida que iba a transcurrir en bici. «Así que Miyuki vino un mes a Vitoria a probar». Pasado este tiempo, lo tuvo tan claro que se casaron y, luego, volvieron a las andadas, o mejor dicho, a las pedaladas. Ahora viajan por el mundo con un tándem con remolque de 100 kilos de peso y diseñado ex-profeso por un ingeniero brasileño con el que, desde febrero de 2005 hasta el pasado junio, recorrieron 15.000 kilómetros. «Los dos pedaleábamos, porque si uno deja de hacerlo se nota y es demasiado esfuerzo». Sin embargo, el viaje se les quedó corto. Debía durar una década y completar una ruta de 120.000 kilómetros, pero se interrumpió en Caracas por el embarazo de Miyuki. En su trayecto desde la Patagonia a Venezuela han recopilado más de 500 artículos y 8.000 fotografías. Pero lo importante es que estos aventureros, además de descubrir la bondad del ser humano -«cuanto más pobres y necesitados, mejores son»-, han realizado «el viaje del amor». Aunque, claro, ahora tendrán que ir pensando en hacer un hueco más en su tándem. Miyuki dará a luz a finales de noviembre a un varón -Akira-, cuyo nombre está relacionado con «el sol, la luz, los amaneceres...». Sólo tienen clara una idea: «El virus de recorrer mundo para mostrárselo a los demás no se cura. Es permanente». Mientras ellos hacen las fotos,
los demás pueden ir a verlas y preguntarse si en algún momento
de su vida se han planteado dejarlo todo y viajar. ¡Menuda valentía!.
¡Menudas ganas de vivir!.
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