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SER PADRE.

SI LEE A LOS 10 AÑOS, LEERÁ SIEMPRE.

No des el Quijote a tu hijo, dale algo claro y fantástico.

Lo primero que hay que hacer es buscarle textos de calidad. Los críos son mejores críticos que los adultos. Si no les gusta el libro lo dejan en el acto, no son como los mayores que somos capaces de acabar un tostonazo para amortizar la compra. Una novela para críos de 10 años tiene que ser fantástica y clara.

El Quijote no es el libro para menores de quince años. Sólo en la primera página hay 30 palabras que no entienden. Hay que darles libros muy buenos adaptados a su edad, para que vayan subiendo.

Hay que aprender a leer leyendo por lo esencial es respetar los gustos de cada niño. No ay que preocuparse por la play station, el que disfruta leyendo a los diez años está condenado de por vida. Será un lector, leerá para siempre.

Ahora te toca a ti. Encuentra ese libro que enganchará a tu hijo.

¿QUÉ PUEDO HACER PARA QUE MIS HIJOS LEAN?
 

  • No obligar a leer. Como toda actividad, la lectura requiere constancia para convertirse en hábito. Nunca se debe obligar a leer, pero sí se puede (y debe) convertir en un hecho cotidiano. La clave radica en que acabe formando parte del tiempo de ocio, igual que ver la televisión o jugar. En edades muy tempranas serán el padre y la madre los que directamente ejerzan esta función. Con el tiempo, el espacio dedicado a la lectura se irá ampliando, y serán los propios niños quienes decidan cuánto, cuándo y dónde van a leer. 
  • Accesibilidad de los libros. Aunque no se trata de juguetes, los libros deben ser accesibles, tanto los propios como los ajenos. Es necesario quitarles ese estatus de objeto importante que sólo adorna las librerías. Es más, se han de potenciar las bibliotecas propias desde que nacen, porque un libro, después de ser leído, traspasa el umbral de lo meramente material. 
  • Visitar librerías. Las ferias o exposiciones pueden convertirse en un entretenimiento que acerque la literatura a los hijos. La idea de verse rodeado de tantas posibilidades familiariza al niño con este tipo de comercio y le añade atractivo. Además, si se le da una cantidad de dinero con el objeto de elegir el título que le guste, comenzará a desarrollar criterios de compra y aprenderá a distinguir qué obra merece la pena adquirir. 
  • Costumbre diaria. Leer todas las noches un cuento a los más pequeños se convertirá con el tiempo en un hábito de lectura diaria. 
  • Resolver dudas. Se deben buscar juntos en el diccionario los términos que no se entiendan. Con ello se inculca la buena práctica de ampliar vocabulario. 
  • No prohibir libros. Hay que prestar mucha atención en la edad crítica de la adolescencia, porque grandes lectores infantiles se pierden en esa etapa. En ese sentido, la libertad de elección será determinante. Nunca se deben prohibir títulos. En vez de eso, es importante explicar por qué no se va a entender lo que se lee, y cuál es el motivo para que no merezca perder el tiempo. De esta forma, se logrará despertar su espíritu crítico. 
  • Ser socio de una biblioteca. Una costumbre fácil y asequible es acompañar desde muy pequeños a los hijos a las bibliotecas. En nuestro país hay censadas 4.519 bibliotecas públicas, mejor o peor dotadas de bibliografía, pero cuyo acceso es muy sencillo. Posibilitan acceder a los libros sin necesidad de gastar grandes cantidades de dinero. Además, sirven para enseñar cómo escoger los títulos, e introducen a los pequeños lectores en el valor de la responsabilidad, ya que son ellos los que deben devolver el volumen prestado. 
  • Adaptarse a los gustos. Todo es susceptible de convertirse en la excusa que acerque a la lectura: un tema de actualidad, efemérides de personas o hechos que les llamen la atención o una película que les haya entusiasmado son ocasiones inmejorables para suscitar la pasión por los libros. 
  • Compartir la lectura. Cuando los niños crecen, se les puede ofrecer libros que estén leyendo los padres. Por ejemplo, siempre merece la pena releer a Pío Baroja en y sus aventuras de Zalacain, y después pasar un rato divertido comentando sus peripecias. La lectura será un atractivo tema de conversación entre padres e hijos. 

 

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