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EL MITO DE DON JUAN: LA DIFERENCIA ENTRE SEDUCIR Y PRESUMIR.

Los sicólogos dicen que en un síndrome infantil, pero a que hombre no nos gustaría ser un don Juan. El límite justo: entre la seducción y la necesidad de presumir de que se seduce. El problema de don Juan es que presumía de sus conquistas, un caballero disfruta de ellas en silencio. Seducir es un arte, presumir un complejo.

El personaje de Don Juan ha sido tratado por Juan de la Cueva en " El infamador ", Lope de Vega en " La muerte insatisfecha ", Tirso de Molina en " El burlador de Sevilla o el convidado de piedra " pero, sin lugar a dudas, el escritor que lo inmortalizó y trató con mayor rigor fue José Zorrilla en su " Don Juan Tenorio ". 

Sobre el personaje de Don Juan se han interesado muchos intelectuales; entre ellos Gregorio Marañón quien escribió un ensayo con tal título y Ortega y Gasset. 

HISTORIA.

La leyenda de Don Juan surgió en Europa durante la edad media. En el primer tratamiento literario formal de la historia, El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630) de Tirso de Molina, el promiscuo don Juan seduce a la hija de don Gonzalo, jefe militar de Sevilla. Después de matar al militar, acude a su sepulcro e invita cínicamente a la estatua funeraria de su víctima a una cena. La estatua recobra vida, asiste al banquete y le devuelve la invitación. De nuevo ante el sepulcro, la estatua atrapa a don Juan y le arroja al infierno. 

Hacia 1657, unos actores ambulantes italianos escenificaron la leyenda en Francia en forma de pantomima que, más tarde, sería dramatizada por varios dramaturgos franceses como Molière, que escribió Don Juan o el convidado de piedra, estrenada en 1665. Durante el siglo XVIII Goldoni retomó el tema en su Juan Tenorio o el libertino castigado (1734) y Mozart compuso con este libreto una de las mejores óperas de todos los tiempos Don Giovanni (1787).

El siglo XIX, con el romanticismo, cambió el tratamiento del personaje. Hasta ese momento don Juan siempre acaba castigado por sus pecados en el infierno; el romanticismo, que se sentía atraído por personajes rebeldes y amantes de la libertad, se sintió fascinado por esta figura, analiza su satanismo y teoriza sobre si el seductor, que encarna el mal, se siente culpable o no, y si puede salvarse.

Lord Byron compuso entre 1819 y 1824 el poema Don Juan; Prosper Mérimée lo presenta con dos personalidades encontradas en Las almas del purgatorio o los dos don Juan (1834) pero es el español José Zorrilla en 1844 el que realiza la versión más moderna de la leyenda y transforma al personaje fanfarrón incrédulo en un héroe simpático que acaba en brazos de su amada —aunque sea en la otra vida.

De hecho, el tema parecía agotado pero el siglo XX siguió analizando al personaje por medio de cocienzudos ensayos como los de Gregorio Marañón, Américo Castro o Ramón Menéndez Pidal, y retomando el tema literario y presentándolo localmente los hermanos Machado con Don Juan de Mañara, o como un chulo de barrio, Ramón Pérez de Ayala en Tigre Juan. Incluso el cine en los últimos años de la mano de Gonzalo Suárez lo ha presentado como un hombre atrapado por el destino cuya condena es vivir en Don Juan de los infiernos. 

Sin poder entrar en detalles, es muy recomendable el estudio de Gregorio Marañón sobre el personaje real de la corte de Felipe IV que inspiró el primer Don Juan, que merece una lectura atenta. Es simplemente genial.

De las distintas versiones que se han escrito a lo largo de la historia del mito de Don Juan, sin duda alguna la que más ha perdurado y se ha representado más veces es el Tenorio de Zorrilla, frente a otras como la de Tirso de Molina o el de Zamora. 

¿QUÉ SE ENTIENDE POR DON JUANISMO?

Se le llama Don Juan a ciertos hombres que presentan una personalidad con cierto tipo de comportamiento. Este comportamiento es de dominio hacia el sexo femenino y son personajes que tratan de probar a acomode lugar su virilidad y atractivo. 

Los donjuanes se dedican a seducir a cuanta mujer encuentran y cuando esta cede a sus pretensiones sexuales, ella se convierte en un triunfo, una más de su colección y por tanto pierde el interés en ese objeto puesto que ya lo obtuvo. Los donjuanes siempre están a la búsqueda de nuevos trofeos, pero estos trofeos deberán de cumplir ciertos requisitos, de preferencia que sean puras vírgenes ya que les agrada lo inalcanzable, razón por la cual cuando sus presas han cedido a sus deseos sexuales las desprecian por decepción.

Lo que representa Don Juan es la ruptura absoluta de todas las normas y reglas preestablecidas. Ni la moral de la iglesia ni la justicia de los hombres tienen valor alguno, únicamente la vida como juego y disfrute tiene sentido. Ese es posiblemente uno de los sueños más antiguos del ser humano: una vida vivida en absoluta libertad, y esa es la mayor pesadilla imaginable para la rígida mentalidad de la España de la Contrarreforma. El burlador de Sevilla acaba trágicamente con un Don Juan abrasado por el fuego del infierno, el Don Juan de Zorrilla muere tras arrepentirse, redimido por el amor. Su conducta ha sido errónea y es justamente castigada. Ese desenlace, curiosamente, ha sido olvidado en la transposición del mito a la realidad: hoy "ser un Don Juan" es un halago, el mayor elogio que se le puede hacer a un "hombre". 

Si un hombre recibe tal calificativo tenemos que entender que es un seductor de mujeres, y en que además las mujeres caen literalmente rendidas a sus pies. Un par de versos conocidos por casi todo el mundo y esa idea básica del hombre capaz de seducir a cualquier mujer, incluyendo a una monja, es todo lo que ha quedado del Don Juan. 

Respecto a la cuestión de la monja es muy interesante la supuesta visita de Felipe IV a un convento, narrada por Gregorio Marañón en su estudio de Don Juan, y como la madre superiora le prepara un susto de muerte. No la describimos porque es un libro que debe ser leído.

EL VERDADERO DON JUAN.

Nos ha quedado la imagen del Don Juan de Zorrilla, que se aleja de la figura inicial del Don Juan al que se refiere Marañón en la corte de Felipe IV. Pero al margen de los estereotipos, es indudable que a todas las personas les gusta seducir.

A todos nos gusta gustar. El problema de los prototipos de don Juan es que disfrutan más en contar sus aventuras que en el arte de conquistar. 

Estos no son auténticos don Juanes, al menos en el sentido positivo del término, porque necesitan del reconocimiento público de sus meritos. 

El verdadero don Juan seduce y disfruta en silencio del arte de seducir, sin necesidad de hacer públicas sus conquistas. Deja a los demás que hablen por él, pero él nunca propaga su fama.

Esta es la diferencia entre seducir y presumir.
 
 

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