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LA OBESIDAD. UN PROBLEMA DE SALUD MÁS QUE ESTÉTICO.

Estar gordo, al margen de una cuestión estética obvia, es una enfermedad metabólica, llamada obesidad, que implica riesgos asociados al exceso de grasa en el cuerpo: hipertensión, enfermedad coronaria, diabetes tipo II, litiasis biliar, apnea del sueño, gota, y ciertos tipos de cáncer, como el de próstata. ¡Merece la pena saber las consecuencias de estar rellenito!.
 

¿QUÉ ES LA OBESIDAD?.

La obesidad es un exceso de grasa corporal que por lo general, y no siempre, se ve acompañada por un incremento del peso del cuerpo.
 

¿POR QUÉ SE ES OBESO?

Son varios los factores que contribuyen a la obesidad. Los científicos actualmente creen que ciertas personas tienen tendencia genética a almacenar grasa y aumentar de peso. Se han identificado varios genes que contribuyen a la obesidad, y los investigadores tienen la esperanza de encontrar puntos de ataque genéticos en el ser humano que puedan conducir a nuevos tratamientos.
 

CAUSAS DE LA OBESIDAD.

Las causas de la obesidad son múltiples, e incluyen factores tales como la herencia genética; el comportamiento del sistema nervioso, endocrino y metabólico; y el tipo o estilo de vida que se lleve.

En conjunto puede haber dos principales causas: 

  • Mayor consumo de calorías que las que el cuerpo gasta. 
  • Menor actividad física que la que el cuerpo precisa. 
  • Si se ingiere mayor cantidad de energía de la necesaria ésta se acumula en forma de grasa, si se consume más energía que la necesaria se utiliza la grasa como energía. Por lo que la obesidad se produce por exceso de energía, como resultado de alteraciones en el equilibrio de entrada/salida de energía. Como consecuencia se pueden producir diversas complicaciones como son la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y las enfermedades coronarias.
  • La herencia tiene un papel importante, tanto que de padres obesos el riesgo de sufrir obesidad para un niño es 10 veces superior a lo normal. En parte es debido a tendencias metabólicas de acumulación de grasa, pero en parte se debe a que los hábitos culturales alimenticios y sedentarios contribuyen a repetir los patrones de obesidad de padres a hijos.
  • Otra parte de los obesos lo son por enfermedades hormonales o endocrinos, y pueden ser solucionados mediante un correcto diagnóstico y tratamiento especializado


¿CÓMO SE DETERMINA LA OBESIDAD? 

Un método es el del índice de masa corporal (BMI, siglas en inglés). El BMI depende del peso corporal y la altura, y se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura en metros. La obesidad se define como un BMI de 30.0 y más alto; el sobrepeso de define como un BMI de 25.0 hasta 30. La medida de la cintura también es un indicador de la obesidad. 
 

LAS CONSECUENCIAS DE LA OBESIDAD.

Una de cada 12 muertes en España tiene a la obesidad como factor desencadenante. 

Su peligro, además, se refuerza porque es concomitante con otras amenazas para la salud, como la diabetes, el colesterol alto y la hipertensión.

Este riesgo es difícil de ver porque nadie muere de gordo, pero la obesidad y el sobrepeso son factores determinantes en las muertes por enfermedad cardiovascular, y además están relacionados con algunos tipos de cáncer.

Según los últimos datos de la sociedad médica, un 14,5% de los adultos (el 13,2% de los hombres y el 17,5% de las mujeres) tiene obesidad, y otro 39% padece sobrepeso. 

En total, un 53,5% tiene un índice de masa corporal (el resultado de dividir el peso en kilogramos de una persona por el cuadrado de su altura en metros) superior a 25, el máximo para una constitución normal. En los niños la situación también va a peor. La obesidad llega ya al 12%, y el sobrepeso al 30%.

Aparte de su efecto sobre la salud, el sobrepeso tiene un aspecto económico: los expertos calculan que causa el 6,7% del gasto sanitario

La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas en los Estados Unidos. Cada vez más latinos/ hispanos tienen sobrepeso o son obesos: casi el 60 por ciento de los hombres y más del 68 por ciento de las mujeres, según el estudio NHANES III de los Centros para el Control de Enfermedades/NCHS. 

La investigación científica ha demostrado que el exceso de grasa hace trabajar más al corazón, ya que contribuye a elevar la presión arterial, los triglicéridos y colesterol en sangre — pero reduce los niveles de colesterol HDL (el bueno) — y propicia la diabetes. El colesterol en sangre alto es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades del corazón. 

Las personas obesas tienen más probabilidad de tener presión arterial alta, la cual es un factor importante de riesgo de ataques al corazón y al cerebro entre los latinos/hispanos, debido al control médico más deficiente de la presión alta.

Además, la obesidad puede provocar o empeorar la diabetes mellitus no dependiente de insulina, o diabetes tipo 2, lo cual también aumenta el riesgo de tener enfermedades cardiovasculares y ataques al cerebro. Los obesos también tienen más enfermedades de la vesícula biliar; artritis; apnea obstructiva durante el sueño; cáncer de seno; colon y próstata; y problemas de la parte inferior de la espalda.

EL CORAZÓN.

Las personas con sobrepeso, pero con el corazón aparentemente sano, presentan alteraciones en la estructura y el funcionamiento del músculo cardiaco que preparan el terreno para la insuficiencia cardiaca, según una nueva investigación publicada en la revista Circulation.

"El control de peso es una cuestión importante no sólo para el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o una presión arterial elevada, sino también para la función cardiaca", afirma Thomas H. Marwick, principal autor del estudio y profesor de medicina de la Universidad de Queensland en el Princess Alexandra Hospital de Brisbane (Australia).

Ninguno de los 69 hombres y las 73 mujeres que participaron en el estudio padecía enfermedad cardiovascular, tenía la presión arterial elevada, diabetes o síntomas conocidos de insuficiencia cardiaca (el fallo del corazón para bombear la sangre). Pero los investigadores descubrieron que las personas muy obesas tenían un corazón con problemas musculares para contraerse y dilatarse, a diferencia de lo que ocurría con las personas de peso normal.

"El estudio demostró que existe una relación directa entre el nivel de obesidad y el grado de disfunción miocárdica. El impacto era independiente de otros factores de riesgo tales como la hipertensión", afirma Marwick. "En nuestra opinión, esto indica que existe un efecto metabólico directo de la obesidad sobre el músculo cardiaco".
Usando un ecocardiograma convencional, los investigadores constataron que ninguno de los participantes padecía insuficiencia cardiaca. "Detectamos cambios sutiles que, creemos, suponen pasos hacia el desarrollo de insuficiencia cardiaca", señala Marwick. 

En la insuficiencia cardiaca, el corazón no bombea suficiente sangre a los órganos del cuerpo. Aunque la insuficiencia cardiaca pueda acabar afectando a todo el corazón, normalmente empieza en el ventrículo izquierdo, la cavidad más grande de este órgano, encargada de bombear la sangre al resto del cuerpo.

Dos de los resultados adicionales del estudio indican de qué manera podrían los médicos intervenir para ayudar a prevenir el desarrollo de insuficiencia cardiaca en pacientes obesos. En las pruebas realizadas en cintas de correr, los investigadores descubrieron que aquellos con peor función miocárdica tenían la peor capacidad para hacer ejercicio. 

Los que presentaban una mayor disfunción del músculo cardiaco también tenían niveles más elevados de insulina en ayunas, un dato indicativo de que el cuerpo no puede utilizar adecuadamente esta hormona. La resistencia a la insulina es un componente del síndrome metabólico que aumenta el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, ictus y diabetes tipo 2.

El último estudio publicado en la revista JAMA, se demuestró que  la mejor manera de prevenir la enfermedad coronaria -una de las patologías más frecuentes del mundo- es, sin duda, librarse del exceso de kilos. 

Hasta ahora, las dos formas más defendidas para prevenir los infartos eran deporte con frecuencia y el disminuir el peso corporal, pero se habían hecho pocos ensayos controlados para aclarar si era el ejercicio por si solo o si era la pérdida de peso lo que protegía a las coronarias en hombres obesos mayores de 45 años y sedentarios. 

El nuevo estudio lo deja bien claro. El equipo de la Universidad de Maryland, Baltimore, estudió a 111 varones sedentarios y obesos pero sanos, con edades comprendidas entre los 46 y los 80 años. Los dividieron en tres grupos: 44 en un grupo que tenía como meta perder más de un 10% de su peso corporal; 49 en otro grupo de ejercicio que debían aumentar en un 10% su capacidad aeróbica y 
mantener su peso; y, por último, 18 individuos formaban el grupo control. 

Pérdida de peso 

Los científicos descubrieron que las personas que perdieron kilos consiguieron una serie de beneficios que no obtuvo el grupo que hizo ejercicio: descendió el nivel de colesterol total y el de colesterol malo (LDL); bajó el nivel de triglicéridos e insulina; aumentó el nivel de colesterol bueno (HDL); y disminuyó su presión arterial. 

La doctora Leslie Katzel, directora del estudio, sigue defendiendo los dos métodos -la pérdida de peso y el ejercicio físico- aunque está convencida de que el ejercicio por si sólo no sirve de mucho si el paciente no elimina los kilos que le sobran. Pero también está comprobado que los individuos obesos, si acuden a la consulta, rara vez lo hacen porque les preocupe su salud. 

Robert J. Yaes, un médico de la Universidad de Kentucky que además es también obeso, escribía en la revista JAMA: «En nuestra cultura, la obesidad se percibe como un problema de estética más que como un problema médico. La mayoría de pacientes que entran en un programa de control de peso lo hacen porque les preocupa su atractivo físico y no su salud. Y esto explica que haya tan pocos médicos y tantos charlatanes implicados en el problema de la obesidad». 

METABOLISMO.

Según el doctor Arthur Frank, que dirige el Programa de Control de la Obesidad en la Universidad de George Washington, los pacientes pueden aprender a controlar sus reguladores metabólicos y a mantener su peso más bajo, pero el reto que tienen entre manos es enorme. 

No hay duda de que se puede perder peso comiendo menos y haciendo ejercicio, pero hacerse con el control de los mecanismos reguladores u homeostáticos -que se encargan de mantener estable, entre otras cosas, nuestro peso- requiere una atención y vigilancia constantes, y en el momento en que se baja la guardia, los sistemas de control vuelven a hacerse con el poder. 

La influencia genética explica que a los pacientes les cueste tanto quitarse los kilos sobrantes de encima y que sea tan difícil «curar» la obesidad sólo con una restricción energética en la dieta. 

Muchos de los pacientes que lo consiguen vuelven a ganar el peso perdido, lo que demuestra que el sistema regulador es muy fuerte, y que sólo las personas con una gran fuerza de voluntad pueden burlar a su propio sistema homeostático. 

La cuestión genética.

Los expertos creen que la influencia genética podría estar mediada por sustancias que circulan en la sangre y que regula el nivel de saciedad. Los individuos que tienen el nivel alto, es decir, que necesitan más comida para sentirse saciados, tendrían menos cantidad de esa sustancia y los que se llenan antes tendrían más. 

Encontrar esa proteína podría ser la clave para conseguir tras un tratamiento eficaz contra esta patología, y en esa carrera están metidos varios laboratorios del mundo. 

Hace tiempo se encontró el primer gen de la obesidad -llamado OB- implicado en el sistema de señales que le dicen al cerebro cuándo el cuerpo ha comido lo suficiente. El gen es la prueba de que esa sustancia, a la que se ha llamado leptina, existe. 
 

  • A estas alturas ya se han encontrado cinco genes relacionados con la regulación energética, y uno de ellos es el gen encargado de fabricar el receptor de la leptina, una estructura que está en las células del cerebro esperando a que llegue la leptina y le dé la señal de «estoy lleno». 


Louis Tartaglia, un biólogo molecular del Millennium Pharmaceuticals de Cambridge que dirigió el equipo que ha estado buscando el gen, escribía en la revista Cell que el receptor de la leptina va a ser una de las dianas más importantes para la terapia contra la obesidad, aunque pasarán unos años hasta que se desarrolle algún fármaco basado en su descubrimiento. 

Se sospecha que los obesos tienen mal el receptor de la leptina y eso les impide reaccionar a las señales de saciedad. Tartaglia dice que hay evidencias de que el gen del receptor de la leptina que acaban de hallar es idéntico a un gen defectuoso encontrado en una cepa de ratones obesos. 

Los científicos investigan cuál es el mecanismo que se desencadena cuando la leptina llega a su receptor y las sustancias que le dicen al cerebro que ha llegado la hora de dejar de comer. 

EN ESPAÑA HAY MUCHOS OBESOS.

La obesidad afecta en España al 14,5% de los adultos, según un nuevo estudio realizado por el Grupo Colaborativo para el Estudio de la Obesidad en España y que se publica en la revista Medicina Clínica. Esta cifra ocupa una posición intermedia en el contexto de los países occidentales: por encima de países como Dinamarca, Suecia, Holanda o Francia, y por debajo de EE UU, Canadá o el Reino Unido.

Los datos de este estudio representan la estimación actualizada de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en España en la población adulta de 25 a 60 años, a partir de un conjunto de encuestas nutricionales sobre muestras aleatorias de la población de este grupo de edad. En su protocolo establecen la medición individual del peso y la talla siguiendo procedimientos estandarizados.

En todos los países desarrollados se ha reconocido que la obesidad constituye un importante problema de salud pública, por su magnitud, por la tendencia a seguir aumentando observada en los últimos años y, en especial, por sus repercusiones sobre la salud. Las pruebas epidemiológicas y experimentales acumuladas en numerosas investigaciones han conducido a identificar a la obesidad como un importante factor de riesgo de la enfermedad isquémica coronaria, la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, la colelitiasis (cálculos en la vesícula), la artrosis y algunos tipos de cáncer, entre otras enfermedades crónicas.
 

  • "Considerando su posible impacto en la salud pública, sería necesario establecer estrategias eficaces que permitan identificar tempranamente a los sujetos con riesgo, tratar adecuadamente a las personas afectadas y poner en marcha las medidas preventivas más opotunas", concluyen los autores del Grupo Colaborativo para el Estudio de la Obesidad en España


En España, las tasas de sobrepeso y obesidad han aumentado un 2,2% y un 3,9%, respectivamente, en el periodo 1987-1997. Por ello, 'es previsible que se produzca en los próximos años un aumento de enfermedades relacionadas con la obesidad como la diabetes y la hipertensión arterial, que ya son muy prevalentes. Dado que la obesidad es más frecuente en las mujeres, el aumento de estos problemas de salud será previsiblemente mayor entre ellas y puede acentuar la mayor carga de enfermedad cardiovascular que soportan en relación con los varones', escriben los autores.

Las tasas de enfermedades vasculares entre los españoles obesos o con sobrepeso son muy similares a las registradas en EE UU, excepto para la diabetes. En España, la tasa de diabetes entre los varones y mujeres obesos es 3,6 y 4,6 veces mayor que en las personas con peso normal, mientras que en EE UU es 10 veces mayor. 

Esto tiene una explicación: la obesidad es un estado prediabético y en Estados Unidos el aumento de la obesidad fue mucho más intenso y se inició también antes. Ello ha provocado en ese país un incremento en la tasa de diabetes del 25%.

Los datos utilizados en el estudio, procedentes de la Encuesta Nacional de Salud de 1993 (en total 16.692 personas de 16 años o más), indican que el 43% de los varones tiene sobrepeso y el 9,8% está obeso, mientras que en las mujeres son de 29% y 9,8%, respectivamente. 

Los autores advierten que 'se debe de prevenir el desarrollo de sobrepeso y obesidad mediante las adecuadas intervenciones en los individuos y en el conjunto de la población'.
 

¿QUÉ HACER?

Para las personas con predisposición genética a aumentar de peso, prevenir la obesidad es el mejor curso de acción. Las personas con esta predisposición pueden requerir intervenciones personalizadas y mayor apoyo para que tengan éxito en su objetivo de mantener un peso saludable. 

La obesidad es una condición crónica que dura toda la vida y es el resultado de un ambiente de abundancia calórica y relativa inactividad física, influenciado por un genotipo susceptible. Para las personas con esta predisposición, prevenir la obesidad es el mejor curso de acción. 

Los genes no son una condena del destino. En muchos casos, la obesidad se puede prevenir o controlar con una combinación de dieta, actividad física y medicamentos. 

Se están desarrollando medicamentos que pueden contribuir a perder de peso o a mantener un peso saludable y se espera que estén disponibles en unos pocos años. 

Las personas afectadas por sobrepeso y obesidad son, a menudo, víctimas de estigmatización y discriminación. Es hora de dejar de culpar a la víctima. Muchos investigadores de la obesidad creen que las personas que sufren con su peso se enfrentan a miles de años de evolución que dictaminan que se debe guardar grasa en tiempos de abundancia para utilizarla cuando lleguen los tiempos de escasez. Es hora de reconocer la lucha de estas personas, entender los desafíos que enfrentan y apoyar la necesidad que tienen de esforzarse toda la vida para tener una mejor salud. 
 
 

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