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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

SOROLLA Y CLOTILDE.

Clotilde «los hijos son los hijos... pero tú eres mi carne, mi vida y mi cerebro...».


Clotilde (al fondo el cuadro a Santa Clotilde)

Joaquín Sorolla y Bástida nació en Valencia el 27 de febrero de 1863. A los dos años una epidemia le dejó huérfano y fue adoptado por sus tíos maternos. 

En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde García en Valencia. Ya había recibido varios premios y contaba con una beca, pero al poco de casarse sufre unas graves críticas y pasa por momentos difíciles en Asís (Italia) donde pasó un año con su esposa. 

En esta época pintó Santa Clotilde en homenaje a su joven mujer, a la que ha descubierto a su lado en los momentos difíciles, dándole ánimo, sujetándole y empujándole a redescubrirse artísticamente. Y el apoyo de su suegro, que era un reconocido fotógrafo de Valencia, que le pide que no desista y les ayuda en todo los necesario. 

Este apoyo le marcará para siempre, todos los retratos de su esposa son una declaración de amor, de deseo, de saber que uno es lo que es mientras que el otro siga a su lado. Todos los retratos de sus suegros, que son muchos, son la imagen de la intimidad, de la paciencia, del agradecimiento. 

En 1890 nace su primera hija, María Clotilde; en 1892, su único hijo varón, Joaquín; y en 1895, Elena, su tercera hija.

Luego vinieron todos los premios, todos los reconocimientos, los días de verano pintando en la playa, su pasión por el realismo que le llevó a visitar los lugares que se reflejan en la Hispanic Society.

LOS CELOS DE CLOTILDE. 

En la biografía de Blasco Ibañez ya contábamos una escena de celos de Clotilde.

“La maja desnuda”, escrita en la primavera de 1906 y publicada ese mismo año, es una confesión íntima de Blasco. Para el protagonista de la novela, el anhelo de un hombre que consigue el triunfo profesional no puede considerarse pleno si no lo obtiene también en la vida diaria. Y la mujer es el símbolo de esa ambición vital. 

La novela cuenta la historia de Mariano Romerales, un pintor de éxito. Casado con Josefinda, una mujer sencilla, celosa y a la que quiere, Mariano se enamora de una la condesa de Alberca, una dama de la alta sociedad que lo enloquece. 

Elena Ortúzar, modelo real del imaginado personaje de la condesa de Alberca, fue primero amante de Blasco y luego su segunda esposa. Los elementos autobiográficos de “La maja desnuda” son evidentes. 

En 1906, al poco de publicarse la novela, corrió el rumor de que Mariano Romerales, al ser pintor podía tratarse de Sorolla. Los rumores llegaron a Clotilde, la mujer de Joaquín Sorolla, que sospechó que en realidad se trataba de una historia en clave sobre los amoríos de su esposo. 

Se cuenta que el propio escritor se entrevistó con Clotilde para tranquilizarla. Mariano Romerales no tiene nada que ver con Joaquín, realmente era el propio Blasco Ibañez. 

Pero lo más curioso es Elena Ortúzar leyó la novela y le hizo saber su disgusto por verse representada. Y por ella, ordenó que se quemase la edición entera la noche antes de su distribución. El gesto reconcilió a la pareja, que realizó un viaje de cuatro meses, durante el cual Ibáñez envió una serie de crónicas a periódicos de Madrid, Buenos Aires y México, que se editaron ese año en un volumen: Oriente. 

LO QUE SE DICE

Según un libro, con patrocinio oficial, hubo un idilio con una criada en Jávea, durante el verano de 1905, historia que acabó a tiros por los celos del novio carabinero de la muchacha y un hijo no reconocido.

En este el libro “A Xàbia”, editado por la Generalitat con la colaboración del Ministerio de Cultura -con textos de Florencio de Santa-Ana, director del Museo de Sorolla; Francisco Pons-Sorolla, heredero del pintor, y el periodista Abelardo Muñoz-, se revelan facetas ocultas o muy poco divulgadas de la vida de Sorolla. Son pasajes que no importan nada a la historia del arte, pero sí a futuros biógrafos del pintor. "En 1905, Sorolla abandona precipitadamente Jávea debido a un suceso turbio que todos ocultaron con un pacto de silencio. Parece que durante aquel verano intimó con una de las criadas que iban a lavar a la noria de Cruañes, lugar paradisiaco al resguardo de la calima, donde la frescura húmeda de los jazmines, la sombra deseada del parral y el tranquilo sonido del agua llenaban el espíritu... y despertaban los sentidos. El caso es que la chica tenía un novio, que era carabinero, el cual, enterado de aquella confianza artística, le dio un tiro. De las circunstancias no sabemos nada más. Lo cierto es que después de 1905 Sorolla no volvió nunca más a Jávea''.

Por su parte, la coleccionista de arte y ex modelo Carmen Moscardó, descendiente de la familia Sorolla, ya que su abuela paterna, Enriqueta García, era hermana de Clotilde García, asegura tener muy claro, "por confesiones que han ido repitiéndose en mi familia generación tras generación, que Sorolla estuvo encaprichado de la cantante Raquel Meller, a la que retrató y a la que iba a ver con frecuencia al Teatro Apolo de Madrid''. Sorolla llegó a enojarse con su hijo Joaquinet, porque fue el muchacho, que murió tuberculoso muy joven, "quien al final mantuvo una relación estrecha con Raquel Meller''. Esta es una historia "que siempre ha estado muy sabida en mi familia'', añade Moscardó.

LA HORA FINAL

En junio de 1920 Sorolla sufre un ataque de hemiplejía en su jardín (pintando a la mujer de Pérez de Ayala, que le impide continuar pintando). Y en la enfermedad vuelve a descubrir a Clotilde que no le descuida un momento hasta su muerte el 10 de agosto de 1923 en el pueblo madrileño de Cercedilla.

Cuenta el mismo Ramón Pérez de Ayala que Sorolla se levanto para ir al estudio contiguo con la excusa de coger unos colores. Subiendo los cuatro peldaños, algo le fulminó, cayó al suelo. tenía paralizado medio cuerpo, la cara desencajada en una mueca. Y a pesar de todo se obstinó en seguir pintando, la mano izquierda no podía sostener la paleta, la derecha, con el pincel mal cogido, apenas le obedecía. -No puedo, murmuro, -Que haya un imbécil más o menos... ¿qué importa al mundo?


Este es su último cuadro

Cuando Sorolla enfermó y quedó privado del habla y la movilidad durante tres años, Clotilde se negó a incapacitarlo y luchó por una recuperación imposible. Sólo aceptó la realidad cuando le llevó a la Malvarrosa, le puso enfrente de la luz y vio que no reaccionaba.

Luego Clotilde se dejó vivir seis años para tener tiempo de donar su casa y toda su parte de herencia al Museo Sorolla, de nombrar Presidente del museo a su único hijo varón, que volvería a donarlo todo al museo.

De Clotilde no hay segundas historias, le ayudó cuando no era nadie, fue su mano derecha y le organizaba todas las ventas, le dio tres hijos, le cuidó en la enfermedad y luego vivió lo justo para darlo todo al Museo Sorolla. 

Con una mujer así es muy fácil ver luz donde otros ven la arena de de una playa valenciana. Por eso se lo escribió Sorolla en una carta: Clotilde «los hijos son los hijos... pero tú eres mi carne, mi vida y mi cerebro...».
 
 

HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.
BLASCO IBÁÑEZ Y ELENA ORTÚZAR. QUEMAR UN LIBRO EN LA PLAYA.

Una de sus novelas ofendió a su amante y ordenó que se quemase la edición entera la noche antes de su distribución. Poco después, también por ella, tras una ruptura de la pareja, escribió furioso “La voluntad de vivir”. La vida de Blasco Ibáñez tiene más de novela que sus propios libros.
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