VIAJE  A CAÍN Y ABEL

Ya aprenderán cuando sean padres.

Nadie sabe lo que es ser padre hasta uno mismo lo es. Decía el viajero, añadiendo un “ya te llegará y verás”.

Cuando llega, uno comprende a sus padres y sus reacciones ante las pocas alegrías y los muchos sufrimientos que todo hijo causa a sus padres.

El mayor dolor no se sufre en carne propia, sino en los hijos.

Contaba el viajero como el dolor físico es insufrible, pero cuando uno ve ese mismo dolor físico en un hijo, simplemente se bloquea, se le nubla la vista, deja de razonar porque se desespera ante el dolor.

Incluso se siente culpable por no sufrir más, por no sentir en su carne el dolor de su hijo.

Todo padre querría poder sobrellevar todo el dolor de sus hijos y dejarles libres del sufrimiento. Pero en el fondo lo desea porque le duele menos su propio dolor que ver el sufrimiento en sus hijos.

Decía el viajero que Adán no sufrió cuando le expulsaron del paraíso, ni cuando tuvo que ganarse el pan con el sudor de su frente. 

Adán sólo sufrió de verdad cuando alguien le contó que Caín no quería a Abel.

Y seguro que entonces Adán contestó: ya aprenderán cuando sean padres.