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AFTER WORK Y PERMUTAS
Cuando no hay nada que permutar.
La revolución masculina.
Ya pero las tías lo tenéis
más fácil … entra a saco el del otro día. Le responde
una que no, que una vez, que ella si se pone en bikini, que se lo puso
fácil, que ni por esas entró. ¿Pero fácil,
fácil?. Le responde sin pestañear que más fácil
imposible, que sólo la quedó abrirse la camisa. Hablan del
hombre primitivo. Hablan de que algo está cambiando en el hombre,
de una revolución masculina que nace del miedo a las mujeres. Cambia
el tercio y pasan a las permutas. ¿Qué permuta?. La de los
amores de bolsillo, la de tu cuerpo por el mío, tu rato por el mío.
Antes las permutas eran de toda la vida. La chica del fondo reconoce haber
llorado delante del televisor viendo una boda imposible. ¿Y cuando
no hay nada que permutar porque uno ya es material de escombro?. No responden,
la respuesta justificaría lo injustificable, la compra del filete
de carne. Y ahora qué, pregunta el que trae las cañas. ¿Nos
pasamos a las madres de alquiler y se entierra la familia?. En un televisor
gigantesto en el bar se ve el último partido del siglo, nadie hace
caso. ¿Cómo van?. ¿Será posible, perderse este
partido para hablar de que las tías lo tenéis más
fácil …?. Y el de allí pregunta si esa es la felicidad. El
de allí anda a su bola, como siempre. Última caña
y ella le dice que no, ya no, que ahora busca la felicidad para siempre,
que ya pasa de amores de bolsillo, que ya ha aprendido. Se despide y le
da dos besos que le saben a poco, pero él no quiere permutar nada
por más besos, tiene miedo a perderlo todo: la revolución
masculina.
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