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EL VIAJERO. Geografía íntima.

VIAJE AL SILENCIO.

El silencio del único vals triste.

Cuando al viajero le preguntaron dónde encontrar el silencio respondió con el nombre de un famoso auditorio de música … ¿Está el silencio en la música?. Está en un vals triste, contestó. 

Empieza el viaje al mundo silencioso del hombre frente a su destino. El hombre que cree haber sido muchos hombres "yo, que tantos hombres he sido" (Borges), pero que está lleno de miedo en un tiempo que está en su contra, "el hombre moderno pisa  el suelo de la incertidumbre" (Guelbenzu).

La vida, esa sinfonía… el cambio constante.

Parece lo mismo, suena igual, pero una sinfonía es diferente en cada una de sus notas. Todos somos diferentes, todo cambia … y la vida es un todo, como decía Sibelius: "La sinfonía es como el mundo. Debe abarcarlo todo".

Luego pasó lo del amigo neurólogo, el que le dijo que todo era biología, que había cuerpo y mente, pero que la mente era un resultado biológico, que eso del espíritu eran … El viajero le contestó que de ser así tendría sentido una vida únicamente biológica pero que eso no producía la felicidad. ¡No me vengas con moralina!, le espetó el científico, ¡que estamos en otro mundo, a ver si aterrizas! … No hay nada, nada, insistía mientras que explicaba algo de las nuevas neuronas. Ese día el viajero se quedó … y le dijo que hablaba con las palabras del que cree que ya ha abierto todas las ventanas, del que cree que todo se sabe.

Luego pasó lo de la conferencia, cuando no atendían, y mandó cerrar todas las ventanas y preguntó qué veían, y cuando le dijeron que nada les contestó que al no atender estaban cerrando las ventanas por donde entra la luz del conocimiento, y se fue … 

Y luego pasó lo del monje que le dijo que en occidente se había descubierto el palo para parar al león, pero que no sabíamos ponernos delante del león y pararlo, sin más, mirando al león. El viajero seguía dando vueltas a la insoportabilidad de un mundo biológico que acaba biológicamente, mientras que el neurólogo soltaba sapos por su boca.

Y lo peor fue después, cuando regaló las entradas del concierto, las buenas, las que salían en la tele y lo veía todo el mundo, y ella se quedó pasmada al ver las entradas de arriba junto a la pared, porque él quería estar allí una vez en la vida, pero no quería ser visto, no quería estar, bueno estar pero como siempre hace, sin que se sepa, sin estar, sin decir, con ese absurdo secretismo, como con miedos, con sus insoportables rarezas. Luego empezaron los valses.

Luego, cuando volvió, cuando el viajero se acercó a dar el pésame a los hijos del escritor que dijo que su vida había sido una camino en busca de la verdad  …, su dolor sólo se podía reflejar en el silencio. Pero el viajero arrastraba un silencio musical. En su silencio estaba Alma, estaba Mahler, estaba Sibelius cuando se enfadó con aquel amigo que confesó estar enamorado de su esposa, o mejor cuando compuso el vals triste a la muerte de su cuñado. En la mente del viajero estaba su visión enfermiza y esquizofrénica de la verdad por la verdad.  "La tristeza es mi único consuelo", dejó escrito Mahler entre sus notas personales, sin tener fuerza para rechazar a Alma cuando se empeñó en acompañarle en el hospital hasta el final, estando tan lejos del hombre del que decía, que uno se quemaba al acercarse.

En la mente del viajero estaba el silencio, que todo lo llena, que nos esclaviza" … es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras" (Shakespeare). No, mentira, no era ese silencio el que escuchaba, era un vals lleno de silencios, era el silencio de Unamuno, cuando dijo que "a veces el silencio es la peor mentira". La mentira que hace callar para siempre, la mentira de quien dice amar mirando a los ojos y puede mentir a un mismo tiempo, el silencio que llena de tristeza un vals. El silencio de un hombre, que se decía viajero, viajero en el tiempo y en el espacio porque nadie ha venido para quedarse, todos estamos de paso. El silencio de un hombre que se escondía en sus miedos rodeado de mentiras, el silencio del miedo primitivo, que es el miedo al abandono. El silencio del único vals triste.

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