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EL VIAJERO. Geografía
íntima. |
VIAJE AL TERRITORIO DE LO MÁGICO
Viaje al mundo de los cuentos.
Cuando llegaron a la fiesta, a aquel
lugar … había mucha gente, gente que tenía todo, … gente
que tenía todo y les faltaba algo y no sabían carecer de
nada … Había un individuo que presumía de su última
compra … El viajero se asqueó y se fue. Andando por el jardín
escucho a una mujer … querer no es desear lo que los demás pueden
darnos, es llegar de la mano a lo que se quiere… querer no es utilizar
para tener el único tesoro que falta, querer no es privar a los
niños de sus orígenes, de sus vidas … no todo se puede comprar.
El individuo contestaba a gritos que sus abogados le había dicho
… Ya era su tesoro, un tesoro que había llegado firmando un talonario
y que lloraba en una cuna.
El viajero arrancó el tesoro
de entre las manos llenas de números que lo pueden todo … arrebató
un criatura de veinte días cuya cabeza con pendientes azules no
llenaba su mano, y se la entregó a la madre … y le dijo a él
que los tesoros son tesoros cuando llegan de la mano vacía…
Erase una vez un sapo que sólo
tenía un tesoro y que lo dio todo, porque nada le importaba, todo
menos... Era un sapo que no tenía nada y lo tenía todo, tenía
un tesoro que vino de la mano de una princesa que no se conformaba con
coronitas, tenía el mejor tesoro, alguien a quien amar porque había
llegado de la mano, de la mano vacía…
El viajero vivía en un mundo
mágico, irreal, un mundo que en esencia es verdad, porque el mundo
de los cuentos es el lugar de la inocencia, donde todo puede suceder con
simplemente soñarlo.
El viajero desconfiaba sabiendo
que se encontraba en el territorio de las mentiras, pero un día
se atrevió a confiar, porque al final el viajero siempre confía,
está en su naturaleza. Viajar es confiar en el destino.
En el viajero hay muchos viajes
porque el viaje hace al viajero y son los lugares … no, no son los lugares,
son los tiempos los que se adueñan del personaje.
Decía el viajero que por
eso era viejo, porque tenía miedo a escapar del seguro mundo de
las mentiras y adentrarse en el peligroso mundo de las ilusiones. Eso solo
es posible cuando uno se olvida por completo de la infancia, de lo importante,
cuando uno pierde la capacidad de reírse por nada y reírse
como nunca reirá.
En el mundo real todo es fácil,
si uno es sapo pues es sapo, pero en el mundo de los cuentos los sapos
miran a las princesas esperando que les besen con los ojos cerrados y transformen
su vida. Realmente ser un sapo de cuento es dificilísimo, decía
el viajero.
Y el viajero confió porque
quería la verdad, que es algo que se siente cuando uno tiene en
sus brazos lo único importante, lo único que es desinteresado,
sin permutas, sin nada, sabiendo que se da todo para nada, por eso es la
verdad, porque es el único amor con mayúsculas, en el que
no nos regalan ni un amor correspondido, ni un paraíso eterno, nada,
sólo el placer de amar que significa darlo todo; y tomó la
decisión cuando sostuvo en sus brazos a una criatura de veinte días
cuya cabeza con pendientes azules no llenaba su mano, y pensó ¿de
qué sirve guardar todos mis tesoros en la oscuridad?, pero no se
confió del todo, porque era viejo, no sacó todos los tesoros,
tenía miedo, sacó sólo …, y el resto ya lo contaron
los cuentacuentos Grimm:
"Una huerfanita hilaba,
sentada sobre el muro de la ciudad, cuando vio salir un sapo de una hendidura.
Rápidamente extendió junto a ella su pañuelo de seda
azul, que los sapos aman con pasión y solo a ellos se dirigen. En
cuanto el sapo lo vio, dio media vuelta, volvió con una pequeña
corona de oro, la colocó sobre el pañuelo y se fue de nuevo.
La niña tocó la corona; centelleaba, y la formaban los más
delicados hilos de oro. Al poco rato, el sapo volvió y, al no ver
la corona, se deslizó por el muro y golpeó contra él
su cabecita, lleno de dolor; hasta que sus fuerzas se agotaron y cayó
muerto. Si la niña no hubiese tocado la corona, el sapo habría
sacado más tesoros de la hendidura."
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