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NO TENER FUERZAS, NI PARA CANSARSE
Las tantas en un día de tantos.
Eran las tantas en uno de esos días
en los que uno se levanta a primera hora. Ya no podía más
y después de un montón de sitios decidió irse a casa.
No tenía fuerzas, ni para cansarse. La cosa venía de atrás,
el día de la discoteca, el de las fotos, en una ella salía
con él. Los demás siguieron hasta menos cuarto, esa hora
en la que no se sabe ya qué hora no es. Se quedó sorprendido
porque no se lo esperaba, pero qué era lo que no se esperaba. Eso
con quince años a uno le sorprende, cuando un niño escucha
al otro lado, sorprendido, al otro lado, sin créeselo, al otro lado
de una pared, sabiendo que se ha quedado al otro lado ... Pero qué
era lo que no se esperaba. Eran las tantas y el pobre se arrastraba sobre
sus píes, los demás tenían fuerzas para seguir bailando.
Esto es la diferencia, seguir teniendo ganas de bailar. Pero qué
era lo que no se esperaba.
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